Me reencuentro con un amor antiguo En el museo de Reims. Cuando leí por primera vez en italiano Lo stadio di Wimbledon» y Atlante occidentale, quedé atrapado en la bruma de lo que no se puede tocar, en ese espacio que alumbran los faros de un coche y que siempre cambia de lugar cuando avanzamos. La escritura de Del Giudice está llena de desapariciones y de ausencias: estar lleno de ausencia como forma de entender la escritura. En el museo de Reims es un texto etéreo sobre la visión y las huellas de una visión que se pierde, hermano (o padre, pero sin saberlo, porque lo descubro ahora), del relato ‘Cuerpos extraños intraorbitarios’ que incluyo en el libro Gabinete de la posibilidad (Ediciones Comisura).
En el fragmento de la fotografía, Barnaba, que está perdiendo la vista, se encuentra en el museo con la joven Anne y ambos contemplan el cuadro titulado ‘L’enfant distrait’, de Nicolas Taunay (un cuadro que no existe fuera del espacio narrativo del museo de Reims). Ambos observan y ella describe e inventa detalles para él. Le habla de un niño y de una cometa, pero, cuando Barnaba quiere saber la verdad, entonces los faros del coche alumbran ya a un lugar distinto.
Le dice Anne, antes de despedirse para siempre: «Hay personas que están todas ellas al borde de sus ojos. Se asoman allí. No depende de sus cualidades interiores, quizás otros, más ricos dentro, tienen una mirada que no llega hasta la pupila, se detiene antes, quién sabe dónde, qué se yo, en el diafragma, en el pecho, o por algún lugar de la cabeza. Yo no sé cómo ve usted, pero su mirada se ve muchísimo. Usted está todo ahí, al borde de sus ojos».
Editorial Días Contados. El prefacio y la traducción son de J. Á. González Sainz.