94.

Café Con/suelo

Esta tarde me siento abatido, con una sensación de desazón y desesperanza especialmente incómoda. Incómoda, sobre todo, porque no parece que tenga razón de ser. Todo va bien, o más o menos bien, a mi alrededor. ¿A qué viene esta náusea rara —enrarecida— que me oprime el pecho ligeramente, pero sin detenerse?. Pasan delante de mis ojos un buen puñado de motivos que me encargo pronto de enterrar sin disimulo. Será otra cosa, me digo. Entonces recuerdo que he pasado toda la mañana escribiendo largo y tendido sobre Los hombres de Rusia, la novela de Reinaldo Laddaga que tiene como trasfondo el avance por América y Europa de una versión bufonesca, pero igualmente fatal, de la extrema derecha. Pienso también que esta tarde he ido al cine a ver Jojo Rabbit, un drama «simpático» sobre niños filonazis dirigido por Taika Waititi, y que, al salir de allí, he arrancado el coche y en la radio, que se ha encendido sola, he escuchado el testimonio de un representante de UNICEF en Sudán del Sur que se dedica a desvincular niños soldado —de los cuales el 70% son niñas— de las múltiples guerrillas de la zona. Sin embargo, acabo de terminar este pequeño texto y sigo sintiendo esa estúpida opresión en el pecho. Será otra cosa, me digo.