Los motivos de Aurora, Erich Hackl

Cubierta_Aurora

 

Por Maria Ayete Gil

 

Historia conocida: Madrid, nueve de junio de 1933, Aurora Rodríguez Carballeira carga su pistola y mata a su hija Hildegart mientras duerme. Conmoción. Cruce de interpretaciones (¿locura? ¿envidia? ¿fracaso?). Juicio. Aurora Rodríguez es encarcelada y, posteriormente, ingresada en el hospital psiquiátrico de Ciempozuelos, donde muere en diciembre de 1955. Fin. ¿Ya está? No, ni mucho menos. Rebobinemos. ¿Cómo? Erich Hackl.

En 1987, la editorial suiza Diogenes Verlag publica Auroras Anlaß, la primera novela del autor del conmovedor y brillante Este libro es de mi madre (Papeles mínimos, 2016): el austríaco Erich Hackl (Steyr, 1954). Esta primera novela gozó de una traducción cubana y ahí se quedó más o menos la cosa hasta hace muy, muy poco, cuando, ya en este 2020, la editorial Hoja de Lata ha sacado a la luz una nueva traducción de la obra, que lleva por título Los motivos de Aurora, de la mano infalible de José Ovejero, y que, si no me equivoco, va ya por su segunda edición.

Los motivos de Aurora, por supuesto, gira en torno a la dramática historia arriba referida. Sin embargo —y aquí es donde pulsamos el botón de rebobinado—, Hackl, lejos de dejarse llevar por el dramatismo y la morbosidad del suceso, sobre el que bien podría haber escrito páginas y más páginas infladas de imaginación y buenas dosis de efectismo, apuesta por otro camino. ¿Qué camino? El de la literatura puesta al servicio de la historia para retratar, como apunta Alfons Cervera en el diario Levante, más que la vida de una madre soltera y una hija en la España del momento —sí, con todo lo que ello implica—, los conflictos de una época, que no son sino los conflictos de sus dos protagonistas.

Bien parece saberlo Hackl: no nos centremos en los efectos, vayamos más allá y tratemos de atisbar también las causas. Porque la cuestión no reside en plantear la posibilidad de la existencia de un mal primigenio, sino más bien en ejercitarnos en el análisis de las dinámicas sociales, económicas e históricas que, de una manera o de otra, son todo menos ajenas a nuestras acciones. En este sentido, Los motivos de Aurora no es ni un reportaje periodístico ni una crónica narrativa al estilo de genios como Capote o Carrère. Bebe de ellos, claro está (la pregunta sería cómo no hacerlo), pero el resultado es sin duda otro. Y es que tanto el estilo como la elección y disposición de los materiales, así como la importancia concedida a la literatura —entendida no solamente como herramienta de composición, sino como campo exploratorio de posibilidades en última instancia susceptible de ser aplicado de forma crítica— la separan de esos referentes.

La mirada de Hackl (de nuevo, sobresaliente la labor del traductor) es distante, que no fría ni indiferente, sino más bien sobria y concisa, consciente de los peligros para su objetivo de añadir más dramatismo a un relato de por sí terrible; una mirada cuidadosa y precavida, honesta en todo momento y fiel en el mantenimiento de una distancia, como el propio autor afirma, de naturaleza triple (la época, la cultura y el género de las protagonistas). En cuanto a los materiales narrativos, Hackl se balancea sin apuros entre ficción y datos históricos. La narración arranca sin ambages:

 

Un día, Aurora Rodríguez comprendió que tenía que matar a su hija. Entró en el dormitorio, sacó de la mesilla de noche una pistola que había comprado meses atrás por si debía proteger la vida de Hildegart, cargó el arma, quitó el seguro y se dirigió sin titubear a la habitación de la hija.

 

Ni sorpresas ni aspavientos. En todo caso, ¿qué sorpresas va a haber? Hackl sabe que sabemos la historia. No le interesa contárnosla otra vez. A quien mueva el cotilleo que lo busque en otra parte. Hackl quiere otra cosa: que la historia de la vida de Aurora y de Hildegart no sea solo la historia de un crimen, sino la historia de dos mujeres inteligentes, fuertes e independientes inmersas en una sociedad dominada enteramente por los hombres. La historia de dos mujeres visionarias, comprometidas y adelantadas a su tiempo. La historia de los modos en que la opresión social desactiva las ideas revolucionarias. La historia de una potencia feminista continuamente desplazada por el discurso patriarcal. La historia, en definitiva, de las contradicciones de un sistema puesto en jaque por la joven Hildegart.

Rebobinamos, entonces, con Hackl hasta la infancia de Aurora en Ferrol para asistir a los esfuerzos de una niña por entender aquello que, por edad, pero sobre todo por género, le está negado; para compartir su frustración ante una sociedad de finales del XIX incapaz de asimilar sus proyectos; para saltar con ella a la capital y afrontar la maternidad en soltería. Nace Hildegart, una niña que a los dos años escribe, a los trece se matricula en Derecho y poco después entra en el mundo de la política. La vida de las dos mujeres es todo menos un camino plagado de rosas. El parricidio final, coincidiréis conmigo, es casi anecdótico.

 

Fotografía del autor: Hoja de Lata

 

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