Bienvenidos a Welcome, Laura Fernández

Bienvenidos a Welcome

 

Por Mario Aznar

 

Cuando le dije a Laura Fernández que iba a meterme de lleno en su novela Bienvenidos a Welcome, que reeditó el pasado mes de abril Literatura Random House, la autora me recomendó que empezara por Connerland, su quinta y más reciente novela, ya que de no hacerlo corría el riesgo de llevarme una «impresión de completa locura sin aditivos». Sobra decir que no le hice caso y que la profecía se cumplió. Antes de Bienvenidos a Welcome no había leído nada suyo más allá de sus entrevistas y reportajes culturales, de los que admiro su rigor y frescura, pero que poco o nada adelantaban lo que encontraría en su escritura de ficción.

Tuve Connerland en mis manos, editado en 2017 también por Random House: la sopesé con hambre, valoré las palabras de la escritora y aun así decidí correr el riesgo. A decir verdad, arriesgar, lo que se dice arriesgar, es otra cosa, pero esta decisión me sumergió de lleno en un estado alucinatorio que no abandoné hasta la página 249, cuando la novela termina con una lista del maravilloso elenco de «actores» que hacen posible esta historia. Bienvenidos a Welcome, publicada originalmente en 2008 con una repercusión —como diría una buena persona— discreta, ha aterrizado entre los lectores como un auténtico revulsivo. Si las «recuperaciones» editoriales huelen muchas veces a polvo y bolsas de naftalina, la sensación que uno tiene al pasar las páginas de esta novela es la de mecer una criatura recién nacida (recienvenida, que diría Macedonio), con olor a nuevo y rasgos monstruosamente actuales.

Como si hubiera sido escrita ayer y no hace diez años, Bienvenidos a Welcome abraza la posibilidad de un mundo futuro en el que, como dicen por ahí, nada es lo que parece. La vida transcurre tranquila en el seno de una constelación de centros comerciales y barrios residenciales, pero la realidad tiene algo que decir en ese marco anodino y extremadamente verídico. Cuando un objeto volador no identificado impacta contra uno de los centros comerciales, Lu Ken, Anita Velasco, Sarah Du, Claudio Arden y otras tantas celebridades de la ciudad de Welcome se verán obligados a cuestionar los pilares que sustentan su ridículamente cómoda y afectada cotidianidad. La revolución en los suburbios, las conspiraciones publicitarias, los desaforados platós de rodaje y el regreso de una antigua leyenda de la literatura welcomiana pondrán todo patas arriba en esta narración extraordinaria en la que «los besos saben a pólvora caducada».

La comedia y la ciencia ficción parecen condenadas a entenderse, desde que los avances tecnológicos han hecho que un cohete atado a un hilo en una pantalla en blanco y negro o que un actor embutido en un traje alienígena de látex nos hagan reír. Laura Fernández explota con maestría las riquezas de esta mina agregando una buena dosis de cultura pop, ingenio y malicia, además de una velada pero insondable cultura literaria. Con su prosa ágil y precisa, la autora construye diálogos vertiginosos, emocionantes y divertidos hasta la carcajada. El uso terrorista de las mayúsculas, así como la disparatada e inteligente invención de los apodos de los personajes contribuyen al síndrome de la mandíbula batiente. Como dicen los chicos de Dirty Works, lo de Laura Fernández es literatura de «alto copete», pero dejando de lado el engolamiento de la literatura «de altura».

En la nota aclaratoria a esta edición, la propia autora adelanta que concibió la novela como un homenaje a Duluth, de Gore Vidal, pero la piedra ha caído más allá y en sus páginas bailan el espíritu de Boris Vian, los dibujos de Ed Piskor, las novelas de detectives, la revista Superpop, el cine de los hermanos Cohen, la prensa sensacionalista, la literatura pulp y un sinnúmero de referencias que podríamos explorar o incluso inventar para no llegar siquiera a rozar el germen de este texto. Solo hay una cosa clara y es que Bienvenidos a Welcome no es, en absoluto, una novela convencional. No se ajusta al corsé del realismo intimista, ni de la experimentación salvaje, ni de la tantas veces estéril autoficción. Diez años después, Welcome ha impactado en el particular centro comercial que llamamos presente, como ese objeto volador no identificado que todos veneran y temen.

Un resumen de esta historia no sería absurdo o difícil, sino tramposo, pues la trama está en la novela para seducirte. Kiko Amat se ha referido al libro con la imagen —tan fácil como justa— de la esquizofrenia. De esa metáfora es aplicable, sobre todo, la interpretación desviada del mundo. Laura Fernández ofrece una lectura tan desviada que, de forma circular, aterriza tremendamente cerca del mundo que conocemos. Si la propia autora admite que Bienvenidos a Welcome le mostró el camino: «Que no se limitó a extender ante mí el mapa y a señalar algo parecido a una X, sino que fue el mapa», es hora de echar a andar por el ya vasto territorio de su literatura, que incluye las novelas Wendolin Kramer, La chica zombie El show de Grossman. Si Welcome fue solo el principio —una completa (y deliciosa) locura—, nadie puede imaginar qué nos deparará el final.

 

 

Fotografía de la autora: La Razón

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