Cuarto día de cuarentena.
Creo que me he saltado un día. Diría que estoy perdiendo la noción del tiempo y le echaría la culpa a este aislamiento culpablemente placentero, pero nunca he tenido esa noción bien ajustada y está claro que no voy a arreglarlo ahora.
Ayer tuve una idea bastante disparatada, pero parece que está funcionando. Quería aliviar o amenizar de alguna manera los días de encierro de aquellos a los que quiero, y pensé compartir en el grupo familiar de WhatsApp un cuento al día, para que los lectores y aquellos que no lo son tanto tuvieran menos excusas para acercarse a un buen relato breve. Pero enseguida esa idea ha ido degenerando (o evolucionando) hacia una modesta iniciativa que envuelve a otros locos (escritores, editores, libreros, agentes literarios…) y que haré pública dentro de muy poco. ¿Mañana? Ay… si supiera distinguir el mañana de pasado mañana.
Será pronto. Creo que me estoy ilusionando. Se me han quitado hasta las ganas de salir a la calle. Ojalá a vosotros también.