76.

Café Con/suelo

Acabo de terminarme el primer café de la mañana y ya he decidido romper otra regla de estos diarios que ni son diarios ni son nada. Los diarios se escriben por la noche, al terminar el día, como un ejercicio de recapitulación o saldo de deudas con el pasado inmediato. Pero yo siento la necesidad de escribir ahora para decir que por fin he terminado de leer la novela de Laura Fernández, Bienvenidos a Welcome, y no porque me haya llevado mucho tiempo, sino porque he tardado demasiado en entregarme a ella. No suelo escribir aquí sobre mis lecturas porque para eso están los vecinos de Lector salteado, todo el día hablando de libros como si no hubiera otra cosa en el mundo. De hecho, allí hablaré del libro de Laura en cuanto tenga un poco de tiempo, porque la verdad es que merece una charla relajada por lo tremendamente inteligente y divertido que es. Pero no. No voy a escribir aquí sobre el libro de Laura. Y otra vez ese conflicto entre distintos cuadernos, entre el diario y la agenda, el documento de Word y la servilleta del bar. Los espacios de escritura se contaminan entre sí, eso lo sé, pero temo que pronto acaben contaminándome a mí también. Al fin y al cabo, ¿no soy yo también un espacio de escritura? La ventaja es que no tengo que decidir qué escribo o de qué forma me escribo. Puedo contar que Christopher Meloni está increíble en Happy!, esa serie sobre un expolicía borrachuzo reconvertido en sicario que busca a su hija secuestrada (de cuya existencia no sabía nada) con la ayuda de un diminuto unicornio azul llamado Happy (o Hap), que resulta ser el amigo imaginario de la niña, la dulce y valiente Hailey. Puedo escribir que ayer preparé para cenar unos nachos con chili con carne y guacamole que me han perseguido en forma de pesadilla durante toda la noche, que a través de las paredes del Café Con/suelo escucho las conversaciones entre Robert Stone, Miguel Ángel Hernández, Chris Offut y Mónica Ojeda (menudas se montan discutiendo sobre autoficción y marcas de cerveza), o que preparando mis clases de crítica literaria intento meter con calzador la instalación de Dora García, Instant Narrative, para demostrar cómo el espectador y el propio espacio expositivo pueden convertirse en una instancia narrativa. Como tú misma, si estás leyendo esto, acabarás acomodándote en alguna de las mesas de este destartalado café.

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