Este libro, tal y como lo plantea el propio narrador, responde a la voluntad de no apartar la mirada frente a aquello que nos perturba. Pero decidir mirar al sol no significa ver el sol, sino solamente —y no es poco— decidir mirarlo. Con esta metáfora un poco torpe me gustaría resumir el verdadero hallazgo que hay detrás de la novela, y que —pienso ahora— quizá sea la causa de que haya llegado a tantos lectores. La novela no se agota en su final ni tampoco en la historia de un tipo que mata a su hermana y se quita la vida. Si este libro sigue interesando dentro de muchos años no será por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta; por la sensibilidad de su mirada y por la destreza en el manejo de un recurso limitado, como es el lenguaje, para abordar algo tan vasto y abismal como son nuestras emociones y la forma que tenemos de relacionarnos con ellas.
Mario Aznar escribe largo y tendido sobre El dolor de los demás, la última novela de Miguel Ángel Hernández. No esperes más y lee la reseña completa pinchando AQUÍ.
¡Genial!
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Gracias, Florencia. Me alegra que te haya gustado. ¡Un saludo!
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